De repente, en plena noche, unos golpes fuertes en la puerta los despiertan. Es una pariente que ha corrido desde la Malvarrosa para avisarles de que el agua se acerca con rapidez. No hay tiempo para pensar ni para recoger nada importante. Solo pueden salir con lo puesto, dejando atrás su casa, sus cosas, y todo lo que formaba parte de su día a día.

Se dirigen hacia la calle Toneleros, donde una vecina les abre la puerta y los recibe sin dudarlo. Apenas entran cuando la primera corriente de agua empieza a subir por la calle y llega hasta el primer escalón. Comprenden entonces que han escapado por muy poco. Esa noche consiguen salvar sus vidas, pero lo pierden prácticamente todo.

Con el paso del tiempo, lo que parecía una desgracia absoluta se convierte en un punto de partida inesperado. En medio del caos y de la sensación de haberlo perdido todo, descubren una fe que les da esperanza y un sentido nuevo para seguir adelante. Conocen a un Dios que, como llegarán a entender, ya estaba con ellos antes de aquella riada y que ahora les acompaña en la reconstrucción de sus vidas.

Comenzamos el camino en pleno franquismo, con persecución y falta de libertad; atravesamos la Transición democrática, que abrió nuevas esperanzas; y llegamos hasta hoy, conscientes de todo lo recorrido… y de lo que aún nos queda por avanzar.

Como dice humildemente Luisa, la hija de la primera familia que convirtió, 'Hemos seguido predicando la palabra. El Señor nos ha ayudado hasta ahora. Somos parte de la iglesia pero la iglesia no es nuestra, es del Señor y hemos visto que él ha estado con nosotros y que nos ha protegido hasta ahora'.